Nueva sede de Repsol: un entorno colaborativo e innovador de 123.000 m2 en pleno Madrid
El proyecto, de Rafael de la Hoz, responde a los cánones de la nueva corriente de “microciudades corporativas”, que se vienen realizando en los últimos años, como la sede de Telefónica del “Districto C”, en la zona de Las Tablas, o la sede central de Endesa, primer edificio en España con la certificación AAA, ambas también obras del arquitecto.
Cuando uno recorre la madrileña calle de Méndez Álvaro, desde la Estación Sur de autobuses, ya casi se divisa la nueva sede de Repsol, asentada sobre los terrenos de la antigua central de Campsa y CLH, con una amplia fachada de diseño innovador, pero a la vez completamente integrada con el resto de edificios a los que acompaña a ambos lados de la calle. El logo corporativo de Repsol destaca sobre manera en la fachada, regio y escueto, y le sitúan a uno de manera inequívoca en la entrada de unas de las empresas españolas con mayor repercusión internacional por su amplia actividad allende nuestras fronteras.
Lo que no espera uno encontrar nada más atravesar los controles de seguridad de la entrada (en los que, dicho sea de paso, te hacen una fotografía desde una pared con un foco seudo-oculto, para hacerte la tarjeta de acceso a las instalaciones; pequeños detalles que agradan al visitante desde el primer momento y que “hablan” por sí solos del tipo de compañía en el que se encuentra). El caso es que lo que no espera uno encontrar nada más acceder al recinto son 123.000 m2, en donde trabajan actualmente casi 4.000 personas, con dos parking subterráneos con capacidad para 2.000 coches, y distribuidos en cuatro edificios que coronan una gran plaza interior con paseos y laberintos de zonas verdes para pasear y sentarse en un banco a descansar o a charlar, zonas que fomentan una “forma de hacer, pensar y trabajar” diferente, que es precisamente lo que buscaba el proyecto de Rafael de la Hoz y su equipo, que parece haberse ido especializando en “microciudades corporativas”, tras haber realizado también el macro proyecto de la sede de Telefónica, el “Distrito C”, ni más ni menos que 390.000 m2 en la zona de Las Tablas, al norte de Madrid; o los 100.000 m2 de la sede central de Endesa, que fue el primer edificio en España con la certificación AAA.
Entorno colaborativo
El objetivo de la nueva sede de Repsol era precisamente crear un “entorno colaborativo”, un centro de trabajo donde se fomentara el tan mencionado hoy en día “networking”, hasta el punto de autodenominarse “Campus empresarial”, el primero y único en su especie, ubicado en pleno centro de una ciudad, lo que proporciona grandes ventajas, difíciles de conseguir fuera de la ciudad, como una buena red de transportes interurbanos, que lo conectan con cualquier punto de la capital en cuestión de minutos.
Como decíamos, el conjunto arquitectónico está integrado por cuatro edificios levantados alrededor de una gran plaza interior, que supone uno de los puntos clave del proyecto. Se crea así una atmósfera similar al del “claustro” de un monasterio.
El proyecto presenta una expresiva volumetría. Su sección incluye una planta baja y cuatro plantas superiores, cada una de ellas a modo de caja de cristal longitudinal.
Las oficinas, distribuidas en las cuatro plantas superiores y desvinculadas visualmente de la planta baja, están concebidas como paralelepípedos que atraviesan longitudinalmente una sucesión de pórticos dispuestos en perpendicular. Las cuatro plantas se aglutinan de dos en dos, produciéndose en alzado un desplazamiento entre sí en el sentido transversal. Como resultado se crean unos espacios de transición dentro de la envolvente de los pórticos que enriquece espacialmente la percepción hacia el exterior.
Los núcleos de comunicación vertical están ubicados en los extremos de cada pastilla, con el fin de liberar al máximo el espacio de oficinas. Unos núcleos secundarios de aseos se colocan en la zona central de la planta, a modo de bisagra para articular el quiebro que se produce.
Con una gran profundidad lograda en cada planta, soportada en dos líneas de pilares, una de ellas intermedia y visible, el espacio diáfano obtenido consigue, además de una magnífica iluminación natural, la máxima flexibilidad en vistas a una óptima y libre distribución de los espacios, de los puestos de trabajo y de la habilitación futura en general.
Todas las plantas quedan enmarcadas por unas grandes y sólidas costillas estructurales.
Las fachadas se componen de unos paneles de vidrio de grandes dimensiones, que se adaptan a la estructura de los pórticos sin necesidad de carpintería vertical intermedia, consiguiendo que el usuario del edificio no aprecie ningún límite, dando la sensación de estar conectado con el exterior.
Eficiencia energética
Durante cuatro años de realización del proyecto se trabajó también intensivamente en los aspectos relacionados con la eficiencia energética, hasta conseguir que el nuevo campus obtuviera la calificación medioambiental LEED -Líder en Eficiencia Energética y Diseño Sostenible-.
En la misma línea, la nueva sede de Repsol incluye todas las variables medioambientales necesarias: calificación energética, uso de energía renovable (1.700 m2 de paneles fotovoltaicos), reutilización de aguas pluviales, selección de plantas autóctonas que exigirán bajo mantenimiento y riego, mínima contaminación lumínica, empleo de un alto porcentaje de materiales de construcción reciclables y renovables (por ejemplo: utilización de madera certificada), fomento del tráfico de baja emisión -que incluye: aparcamiento para bicicletas, el uso de coches eléctricos, híbridos...
La accesibilidad también era otra de las prioridades a conseguir en el proyecto. En el Campus iban a trabajar 85 personas con diferentes discapacidades de los 400 empleados con discapacidad que tiene Repsol en España. La Ley de Igualdad de Oportunidades, No Discriminación y Accesibilidad Universal (Liondau), de 2003, establece que la accesibilidad en los entornos laborales debe asegurar las mismas posibilidades de participación “a todas las personas, cualesquiera que sean su edad y sus posibles capacidades”.
Así, y con el objetivo de conseguir un lugar de trabajo 100% accesible, expertos de la Fundación ONCE trabajaron en estrecha colaboración con el equipo de arquitectura y los responsables de Repsol para supervisar durante todas las fases del proyecto aspectos como la movilidad en los edificios, la habilitación interior o la elección del mobiliario y el equipamiento.
El resultado es un edificio accesible “de manera segura y autónoma” para todo el mundo. Desde mayo de 2009 hasta la finalización de la obra, se trabajó utilizando como herramienta el concepto de “diseño para todos”, que se basa en la idea de que la accesibilidad universal no resulta más cara si se aplica desde el inicio de los proyectos de construcción. Este enfoque también plantea que las adaptaciones pasan desapercibidas y no son, por tanto, un problema estético y, ante todo, que el diseño universal no es una cuestión de interés minoritario, sino que responde a la necesidad de “avanzar hacia una sociedad más inclusiva”.
** Este reportaje forma parte de la revista PANEL, la publicación institucional de la Fundación Laboral de la Construcción, cuyo último número ha salido esta semana y puedes descargarte gratuitamente en este enlace.